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Patricia Beltrán

Profesora de danza

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La fabulosa Samia Gamal – parte 1/3

Conquistó el mundo entero en los años 40 y 50 con su estilo dulce, elegante y romántico y con su sonrisa siempre presente. La vida de Samia Gamal es emocionante, curiosa y digna de ser recordada:

Origen

Zinab Khalil Ibrahim, que es su nombre real, nació el 27 de mayo de 1924 en un pueblo llamado Dana, unos 150 km. al sur de El Cairo, en la provincia de Beni Sweef.

Su madre murió cuando solo tenía 5 años y su padre se casó de nuevo para que su nueva mujer cuidara de sus hijas. Resultó que la madrastra la maltrataba, por eso en 1938, con 14 años, se marchó de casa y se fue a El Cairo a casa de su hermana mayor Fatima Al-Nabawia y su marido.

La hermana tampoco la trataba muy bien, la obligaba a realizar todas las tareas de la casa y Zinab aguantaba porque no tenía otra opción.

Uno de los vecinos era un iraní dedicado a tocar el laúd. Tuvieron una pequeña historia de amor, y ella todas las tardes escuchaba maravillada su música.

Fue una época en la que aprendió a bailar con las chicas del barrio. En todo Egipto no existía ninguna escuela de danza, se aprendía de la generación anterior, de madres a hijas.

En su libro El reinado de las bailarinas, mi maestro, Shokry Mohamed, cuenta así la transmisión de la danza:

… “Antes, se aprendían todas las cosas de generación en generación, de abuelas a madres, y de madres a hijas. Este es el aprendizaje puro entre miembros de la misma familia o cercanos a ella. El baile egipcio se ha desarrollado a lo largo de la historia hasta hoy día de forma muy natural: todos aprenden de todos. Por supuesto, también se aprende en las bodas mirando, practicando, estando de pie, observando, etc. La gente antes bailaba mucho más que ahora, y no solo en las fiestas, sino incluso sin motivo, porque todo era diferente. A pesar de todo, sigue siendo costumbre de las chicas juntarse en una habitación o en las azoteas de las casas, o en los patios, siempre lejos de las miradas de los hombres, para aprender unas de otras, tanto mujeres casadas como solteras, y se considera a la chica dotada para el baile como inteligente, y a la chica que no es hábil en el baile se la tiene por torpe o excesivamente tímida.”

Su primer contacto con el cine fue la gota que colmó el vaso en la convivencia con su hermana. Su cuñado le dio dinero para hacer la compra y ella se lo gastó en una entrada de cine. La hermana se enfadó muchísimo y llamó al padre para que viniera a buscarla.

Además de las agresiones, el padre le cortó todo el pelo. No le quedó otro remedio que salir a la calle con un pañuelo en la cabeza para que no se le notara, pero lo que no sabía es que iba a crear moda y que las chicas del barrio también saldrían a la calle con pañuelo en la cabeza.

Después de esto, esperó el tiempo suficiente a que le creciera el pelo para irse definitivamente de casa.

Su deseo de ser artista

Zinab amaba el baile y quedó enamorada del cine cuando fue a ver la película. Tuvo suerte por primera vez en su vida y conoció a un funcionario que quiso ayudarla con su sueño de ser bailarina, y la llevó al Casino Ópera de Badia Masabni a ver uno de los ensayos para la temporada de invierno de 1940.

Casino Badia

Su inicio en el casino Opera de Badia Basabni

En aquél ensayo Zinab solo tenía 16 años y tuvo oportunidad de conocer la bailarina estrella de ese momento en el Casino, Tahia Karioca. Tahia se identificó mucho con ella por haber tenido una vida difícil y quiso ayudarla en su sueño de bailar. Le presentó a Badia Masabni, que aceptó para que bailara, pero cambiándose el nombre por el de Samia Gamal.

Trabajó duro con el coreógrafo del Casino Isaac Dekson y pronto aprendió las coreografías que se bailaban cada noche.

Isaac Dekson – coreógrafo

Tahia le enseñaba y supervisaba su baile, también le regaló su primer traje de danza, varios vestidos de calle y le enseñó a maquillarse. Tuvieron una amistad verdadera hasta el final de sus días, para Samia fue crucial su ayuda en un momento tan difícil.

Pronto destacó como bailarina en el cuerpo de baile, pero ella lo que quería era bailar como solista, igual que lo hacía Tahia. Insistió mucho a Badia, que accedió después de un tiempo, cuando sintió que realmente estaba preparada.

El coreógrafo Isaac le preparó su número y Samia ensayó mucho con los músicos para su gran actuación. Aquella noche estaba el Casino lleno y hay dos versiones de lo que ocurrió. La primera, es que se quedó en blanco y tuvo que volver al camerino, allí el maestro Isaac la animó a volver a salir, y salió. Como estaba en blanco improvisó en su actuación, y, aun así, gustó mucho al público.

La segunda versión, es de la mano de Shokry Mohamed, que para mí es fiable 100%. Él cuenta en su libro El reinado de las bailarinas que al salir al escenario se desmayó y cerraron la cortina. En el camerino, Isaac le dio una copita de brandy para que se animara a volver a salir. Antes de abrir el telón de nuevo pidió una segunda y salió a bailar y lo hizo como nunca. El público la aplaudió un buen rato.

Bailar descalza

En 1944, ya con 20 años y más experiencia, deja el Casino de Badia y la contratan en la Sala El Doltz. Samia tenía mucho éxito y el público la colmaba en aplausos cada noche. Mientras bailaba, en un giro se le rompió el tacón del zapato derecho. Sin darle mucha importancia, y de forma muy airosa sin dejar de bailar, se quitó los zapatos y continuó bailando descalza. Al terminar, el público la aplaudió aún más, y acabó Samia llorando de la emoción que sentía.

Desde entonces bailó descalza ya que se sentía mucho más cómoda y el resto de bailarinas la imitaron; creó tendencia y moda de nuevo.

Más tarde, se enteró que Badia estaba enferma y fue a visitarla. Enseguida le pidió que volviera a bailar a su Casino y Samia accedió a cambio de cobrar dos libras más cada noche. Volvió a bailar junto a su amiga Tahia Karioca y pasó bastante tiempo hasta que aceptó otro contrato.

Samia y Tahia

Recuerda que este es el primero de los tres artículos que tendrá esta interesante biografía. Ya puedes ver la segunda parte y la tercera parte.

Bibliografía:

  • El reinado de las Bailarinas de Shokry Mohamed.
  • Danza Oriental en Egipto de Giselle Rodríguez.
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