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Patricia Beltrán

Profesora de danza

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Badia Masabni – parte 2

En esta segunda parte vamos a seguir viendo la crueldad de su madre, y como intenta hacerle la vida aún más dura. Puedes ver la Parte 1 aquí.

Regreso a Damasco

Badia empieza a recordar al hombre que la violó y el escándalo vivido, y volver a Damasco significa volver al infierno. Pero no tiene opción, así que vuelve junto con su madre. Se instalan en casa de la tía, ya que la madre hipotecó la casa años atrás para poder viajar a Argentina.

La herencia es una pequeña casa de poco valor, la madre decide vender su mitad a su hermana y así recuperar su antigua casa. Su hijo Tawfik y con su mujer Farida insisten en vivir con ellas también. Farida tiene un carácter fuerte y dominante y suelen discutir mucho, hasta el punto que intenta envenenar a Badia y a su madre.

Badia se va convirtiendo en una joven atractiva y los chicos del barrio no pueden evitar fijarse en ella, a pesar de su desnutrición y su ropa, que delatan su pobreza extrema. (Tanto ella como su madre duermen en el suelo).

Vive una época en la que los chicos se fijan en ella por su belleza, pero al mismo tiempo le recuerdan constantemente la humillación y desgracia de haber sido violada. Le solían cantar una canción con estas palabras: “Sí, es hermosa y dulce, pero es pobre porque alguien la violó cuando tenía 7 años, y ahora, ¿quién se va a querer casar con ella?”

Badia lloraba constantemente con esta situación y, por primera vez, la madre sintió pena por ella. Badia le pidió salir de nuevo de la ciudad y planean el viaje a un pueblo en el norte de Líbano, Sheikhan, donde vive Nazla con su esposo, que ya habían regresado de Argentina.

Pero no todo es buena intención por parte de la madre, ya que le miente diciéndole que no tiene dinero para el viaje y que, si quiere salir, tienen que hacerlo a pie.

Viaje a Sheikan, Líbano

A los días de caminar, Badia intenta convencer a su madre de coger un tren en tercera clase, que era muy barato, pero la madre se negaba con tal de hacerle la vida aún más dura. Alguna noche que nadie las podía acoger, tienen incluso que quedarse a dormir en un sitio para animales, lleno de pulgas y piojos. Llevaban los zapatos rotos y la gente por lástima les daba unos nuevos. La madre era miserable y no quería gastar nada en el viaje, pero tras mucho llorar, Badia consigue que alquilen un burro para terminar su viaje.

En casa de Nazla

Al llegar, la madre miente a Nazla diciéndole lo cómodas que han viajado en el tren. En cuanto se descuida, Badia le cuenta la verdad y le enseña los pies destrozados del viaje. La madre se da cuenta de que ha dicho la verdad y le grita y pega, hasta que tienen que intervenir unos vecinos para calmarla.

La madre se siente traicionada y la despierta al día siguiente a golpes diciéndole que se van de casa de Nazla. Se ponen en marcha de nuevo, a pie.

En el camino, Badia le intenta corregir porque no van en la dirección correcta y la madre enfadada le dice que si no está contenta que se vaya sola, y ¡eso es justo lo que estaba deseando escuchar! Así que sale corriendo sin mirar atrás.

Pero esta mujer tan retorcida no va a dejarla escapar así como así, y se pone a gritar pidiendo ayuda, diciendo que esa chica le ha robado y varias personas le ayudan a capturarla de nuevo.

Llegan a Trípoli pidiendo comida de puerta en puerta y pasan incluso 4 noches en prisión. La madre da marcha atrás, y vuelven a Sheikhan, a casa de Nazla, donde Badia, al fin, encuentra algo de felicidad, disfrutando de espectáculos y cantantes libaneses. Incluso ella canta en español las canciones que había aprendido de pequeña en Argentina.

Poco tarda la madre en llevársela a Beirut y, a pesar de que Nazla le da dinero para el viaje, prefiere seguir a pie. Su único objetivo era destruir cualquier atisbo de felicidad o estabilidad en su hija, así que preparó otro viaje difícil e incómodo, después otro y otro…

En Beirut

Llegan a Beirut mendigando y van a la Iglesia a pedir un lugar para las dos. Al decir sus apellidos, la persona que las atiende les recomienda ir a casa de su primo. Y es que la madre, tiene un primo bien posicionado llamado George Masabni viviendo en Beirut, pero se niega a visitarle. Al final consiguen una modesta casa para vivir, con ayuda del jeque del barrio. Pero pronto le entran ganas de romper con la estabilidad y quiere volver a Damasco.

Harta de tanto viaje, Badia se enfada y se queda en Beirut sola, el mismo jeque la acoge en su casa junto a sus dos hijas. A las dos semanas la madre regresa y vuelven a ocupar la casa asignada. Empiezan las dos a trabajar como costureras y así pueden costearse los gastos.

Primer matrimonio anulado

Badia conoce a un chico recién llegado de EEUU que le gusta y quieren casarse, pero la madre se opone hasta tal punto que hace las maletas una vez más para irse a casa de Nazla. El chico también va, se adelanta con el viaje y lo que quiere es que la hermana y el marido la ayuden a convencer a la madre, pero no hay forma… así que tiene que volver desilusionado a EEUU.

Regresan las dos a Beirut una vez más y la madre pide ayuda a su primo, George Masabni, quien decide quedarse solo con Badia. Pero no la acoge sin más, sino que le viste de sirvienta y le pone a trabajar con el personal de la casa. En cuanto la madre se entera se la lleva muy enojada diciéndole a su primo que la pobreza es más honorable que trabajar como sirvientes para la familia.

De ahí van a casa del hermano soltero de George, Lyan, que las acoge de mala gana. Junto con él vive una mujer que no es ni su esposa ni su sirvienta y que les hace la vida imposible a Badia y a su madre, hasta tal punto que tienen que volver a Damasco de nuevo.

De nuevo en Damasco

A su vuelta a Damasco, descubren que Tawfik y su mujer se han apoderado de la casa y además han alquilado una parte a otra familia. Mientras resuelven el problema la madre se niega a ir a casa de su hermana o de buscar una habitación y obliga a pasar una larga temporada a Badia en el establo adosado a la casa con los animales, ratones y pulgas.

Pero Badia quiere ganarse la vida dignamente, así que empieza a trabajar de costurera nuevamente y alquila una habitación para dos personas, y se va con Farida, su cuñada, la mujer de Tawfik.

En cuanto la madre se entera se enfada como es de esperar y pega a las dos, hasta que Badia se arma de valor y devuelve los golpes a su madre (¡por fin! Qué ganas tenía de llegar a este punto). Le planta cara y le dice que ya es mayor y que va a tener que tratarla mejor.

Continuará…

Puedes leer la tercera parte, donde, por fin, cambia la suerte para Badia.

Bibliografía:

  • Biografía de Badia Masabni del autor egipcio Tarek Hashem. (Traducción al inglés de Priscilla Adum)
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